DRUK (2020) – RESEÑA

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Siempre me ha parecido curiosa la universalidad de nuestras situaciones. “Druk” cuenta la historia de cuatro amigos que deciden poner a prueba el efecto del alcohol en sus habilidades sociales y profesionales. En su núcleo resulta ser bastante identificable el conflicto, pero una vez Thomas Vinterberg nos introduce a las vidas de estos cuatro hombres todo deja de ser blanco o negro y nos sumergimos en la duda de “¿y si realmente los efectos no son tan negativos?”

Una película de Dinamarca, en danés, y aun así el mundo de sus protagonistas se siente tan cercano como el de un vecino, o hasta un familiar. En aquel tranvía llamado vida que permite que nuestras relaciones decaigan, nuestra pasión se apague y nos la pasemos en una ardua búsqueda de sentido. Lo peligroso de “Druk” es su realidad, nos muestra todas las caras de los efectos de la droga más común, que definitivamente en inicio no todos son malos, o así se percibe por quién consume.

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En aquella depresión disfrazada de eufórica felicidad en su primer y segundo acto, no podemos evitar sentir curiosidad hacia el experimento, como llamándome a intentarlo. Sin embargo al mismo tiempo todo se siente como una bomba de tiempo, una tensión que nunca antes había experimentado en el cine, pues es absolutamente emocional y para nada arraigada de violencia o crimen. Al mismo tiempo, esta bomba de tiempo se identifica de diferentes maneras para sus cuatro protagonistas, y por lo tanto termina en cuatro resultados absolutamente distintos.

Magistrales actuaciones, que no solo logran adoptar la comedia tan identificable detrás de las situaciones, sino que poco a poco nos muestran la decadencia del ser humano frente a sus propias debilidades. Absolutamente todos quisiéramos convencernos de nuestra disciplina, pero a la vez estamos convencidos de que hay algo que nos vence. Y aunque se veía venir para la trama, nada nos distrae de sumergirnos en una profunda tristeza cuando se muestra la otra cara de la moneda.

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Todos estamos batallando nuestros propios demonios, “Druk” es absolutamente honesta frente a como diferentes personalidades los afrontan, mientras se permite deambular con completa honestidad los efectos de una droga, y como esta puede parecer la solución y hasta serla, pero por nuestra debilidad convertirse en un demonio más. Mads Mikkelsen es impresionante, su mirada dice más que sus líneas en una película que se esconde en el alcohol para mostrar el tiempo, la tristeza, la pasión o su antagónico sentimiento y los pequeños momentos de alegría que la vida sí nos puede ofrecer.

Vinterberg se apega a la intimidad en su estilo, para mostrarnos que no hay soluciones ni problemas, sino una vida que vivir. Se permite destrozarnos en un final que luego se vuelve la definición pura de alegría, como si la trama fuese paralela a la experiencia de embriagarnos, bien catártica. Hasta ahora la mejor película que he visto en este 2020.

Calificación personal: 9/10.