Y es que la penúltima temporada de la aclamada serie de televisión producida por HBO se puede definir con dos palabras: complaciente y espectacular. Y aunque muchos pueden ver estas palabras como aspectos negativos por quizás haberle quitado la creatividad narrativa a los escritores, yo decido verlo como lo perfecto y lo que como fanático de aquel fantástico universo esperaba.
Pues en esta temporada obtuvimos hechos inesperados, batallas impresionantes, encuentros inolvidables y revelaciones chocantes todas estas que veníamos esperando desde la primera temporada. Cada capítulo nos presentó aquella esperada calidad de producción que la serie siempre nos ha brindado por encima de la mayoría de los actuales proyectos dirigidos a la pantalla pequeña y superándose cada año.
La temporada logra interconectar de manera perfecta las historias de los personajes viéndose obligada por la disminución de los mismos a través de los años. De alguna forma logra poner a nuestros personajes favoritos en posiciones inimaginables y saber cómo complacer sin dejar de sorprender. La serie siempre se ha definido por ser una experiencia épica de ver para sus espectadores, desde la conversación más mínima escondiendo un mensaje que puede alterar el curso completo de los hechos, hasta la batalla más espectacular y a gran escala.
Esta temporada eso de épico se mostró más que nunca, ningún capítulo fue reservado, ningún capítulo fue de relleno, todos sirvieron un propósito que dejaba a la audiencia boquiabierta. El invierno estuvo aquí, se notó, y no podemos esperar para ver que sigue con el mismo en la última temporada de nuestro amado Juego de Tronos.
Calificación personal: 10/10.