Si hay algo verdaderamente universal, es la emigración e inmigración, es tan natural que incluso no es algo único de los seres humanos, la riqueza y abundancia que nos rodea se ve reflejada en una constante migración que crea el balance. Lo que ocurre con la humana es que la mayoría de las veces nace de la pura necesidad de seguridad, de buscar algo mejor, de sobrevivir incluso.
“Ya No Estoy Aquí”, en su núcleo, es una historia sobre los efectos de emigrar, sus causantes, pero su protagonista pertenece a un espacio social tan distinguible que le aborda un alma única a la película. La cumbia es sinónimo de libertad para su contexto, aun estando presos en un espacio sin posibilidades, se conecta muy especialmente con el sentido del hogar.
Lo poco es tan suficiente como para anhelarlo a muerte cuando se pierde. Pero a la vez, su escritor y director Fernando Frías, se permite establecerle una estructura poco convencional a su cinta, una estructura que le resta importancia a la historia para agregársela inmensamente al factor humano.
La violencia es posiblemente una de las mayores causantes de la inmigración, pero Ya No Estoy Aquí te abre las puertas a imaginarte como cada quien que se ve forzado a irse, ya ha pasado por su propia versión del infierno. Me gustaría pensar que, de hecho, la película existe para conectar con la empatía. Su final es liberador, nos deja saber que la nada conocida puede ser mejor que la nada que no conoces. Magistral trabajo protagónico en su primer papel a Juan Daniel García. Tremenda.
Calificación personal: 8/10.