Dirigida por Joe Wright y protagonizada por Gary Oldman. El estilo teatral de Joe Wright hace de Darkest Hour una intrigante y muy especial mirada a una de las personalidades históricas más emblemáticas del siglo XX. Cinematográficamente impresionante, cada secuencia está espectacularmente manufacturada para reforzar el impresionante diseño de producción con el que cuenta esta cinta.
Una vez más Wright hace saber su marca de ser un muy buen director de interiores, sumergiendo a la audiencia en cada uno de sus salones, pasillos, mesas y conversaciones. Haciendo de los exteriores, por otro lado, pequeños detalles artísticamente elaborados para disminuir el sabor de seriedad. Contando una historia un tanto conocida, es difícil saber hasta qué punto todo lo que sucede en pantalla es real o es ficción, en cuanto a personajes y conversaciones.
Manteniéndose extremadamente concentrada, el filme comienza a tener momentos narrativos muy lentos, que luego son respaldados por momentos cómicos para nada eficientes que lo único que logran es alejarte del tono y la seriedad que trata. Ubicada en una sobrevista Segunda Guerra Mundial, Darkest Hour no se enfoca en el aspecto guerra de todo esto, sino en el aspecto político, lo que le deja un sabor agridulce por mostrar algo quizás no muy tratado, pero a la vez teniendo que reforzarlo para hacerlo entretenido.
Es increíble la coincidencia de que este año haya dos películas nominadas a Mejor Película en los Oscar que tocasen el tema de la Operación Dynamo de los Británicos en la SGM. Sin lugar a dudas es una película extremadamente bien realizada, pero lo que le da el toque de trascendencia, lo que hace que a fin de cuentas salgas un tanto impresionado, se define en dos palabras: Gary Oldman. Con una impecable, magistral y espectacular interpretación como Winston Churchill, la película completa recae sobre sus hombros hasta el punto que logras olvidarte del actor y ver al obstinado, determinado, honesto y eterno, Churchill.
Calificación personal: 8/10.