THE HAUNTING OF BLY MANOR (2020) – RESEÑA

The Haunting of Bly Manor

En estos días comentaba en un episodio de Entre Tomas que parte de la razón por la cual muchos creadores incursionaban en el género de horror para sus primeros proyectos era por la naturaleza “low risk - high reward” de este género. Que cuenta con una cama protectora de millones de fanáticos que, abordados desde una perspectiva ligeramente distinta, pueden estar dispuestos a ver lo que sea que se presente como nuevo o diferente dentro de las propuestas que salen cada año.

Mi curiosidad se vuelve más profunda cuando el género se convierte en exclusivo de un creador, pues aunque en otras propuestas puede existir lugar para mejorar y traer algo distinto, la base y el propósito del horror terminan en un elemento muy específico y repetitivo, desconcertar a la audiencia. Por lo que en la búsqueda de la perfección dentro de este género, muchas veces tendremos los mismos resultados con materiales altamente distintos en calidad.

Es el caso de Mike Flanagan, quien le ha dedicado toda su carrera de más de 10 películas y 5 series al horror, y cuya asociación con Netflix ha sido un éxito rotundo para darle a sus fanáticos un constante flujo de contenido mientras Flanagan aprovecha las oportunidades para jugar con diferentes elementos del horror que le atraen al retarlo a construir una historia de personajes creíbles dentro de lo sobrenatural o lo terrorífico.

En 2020, 2 años después de su obra maestra de “The Haunting of HillHouse, estrenó “The Haunting of Bly Manor”, una nueva versión de la clásica historia de la casa embrujada adaptada de las historias de Henry James. Y aunque para todos fue evidente que Bly Manor no vivía a las expectativas de Hill House, sí fue interesante ver como Flanagan se permitió jugar con el horror psicológico para darle vida a un terror generacional. 

La ventaja de las series de horror es que se permiten ser más pacientes que las películas, un elemento que favorece mucho al género pues crecemos con los personajes, y sus miedos. Esa paciencia se traduce en un horror más sutil, que utiliza la fotografía y el sonido para envolver a la audiencia sin la necesidad de “jumpscares”, y con el conocimiento y la constante duda de si ahí detrás hay algo. Victoria Pedretti hace un trabajo excepcional aquí.

Calificación personal: 8/10.

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