Dirigida por Martin McDonagh y protagonizada por Frances McDormand, Sam Rockwell y Woody Harrelson. La ya ganadora del Globo de Oro a mejor película del año 2017 recuesta todo su peso en dos aspectos. Primero, sus actuaciones. Frances McDormand lidera magistralmente una película en la que se manifiesta una sincronización espectacular entre los personajes y los actores y actrices que los interpretan.
Desde impresionantes interpretaciones merecedoras de todos los galardones como las de McDormand y Rockwell, hasta esplendidos detalles como Peter Dinklage, Caleb Landry Jones, Lucas Hedges y Sandy Martin, que permiten al filme trascender dentro de la esfera actoral aun contando con fuertes bajas en uno que otros personajes que en mi opinión solo servían de alivio cómico.
Y segundo, su guion. Espectacularmente estructurado para darnos una simple historia sobre enojo, una historia en la que definitivamente el desarrollo es mucho más importante que el final y contada de una manera extremadamente convencional. Una historia peculiarmente hecha entre un juego de dos géneros, el drama y el humor negro para traspasar varios discursos sociales identificados en cada uno de los personajes envidiablemente desarrollados e impredecibles pero sin embargo para nada exagerados.
La película, al estar ubicada en un Estados Unidos rural y concentrarse específicamente en el conflicto de sus personajes y la violencia, te da un aire muy parecido al de los hermanos Coen, lo que puede ser algo bueno en términos de inspiración, y algo no tan bueno en términos de lo original de la ubicación y los personajes. También el filme cuenta con un montaje extremadamente ordinario. Los puntos fuertes, sin embargo, logran hacer de la película definitivamente de lo mejor del año pasado.
Calificación personal: 9/10.