Tenía varios años sin ver “Vikings”, para ninguno de sus fanáticos es un misterio que los eventos de la cuarta temporada dejaron un sabor lo suficientemente amargo como para desanimarnos en continuar la serie, pero por alguna razón me vi inclinado a ver lo que me esperaba en su quinta entrega, para una relativamente grata sorpresa.
Después de todo, al menos tengo la regla de terminar todo lo que empiezo a ver. Me atrevo a decir que Vikings tuvo las agallas de explorar más allá de lo que tenían destinado, las decisiones de sus creadores de desapegarse de los personajes y confiar en el futuro de la historia en los hombros de los nuevos logra su cometido.
Por primera vez la narrativa se inclina hacia los conflictos internos de un gran conglomerado de Vikingos, la serie deja de ser la historia de Ragnar Lothbrok y le brinda honor a su título. Exploramos más allá de Noruega e Inglaterra, mientras el conflicto se ubica en las semillas del fin de esta “raza”.
Los hijos de Ragnar actúan como lo harían hoy en día los sucesores de cualquier figura de poder. Siempre me pregunto que tanto es real, porque mi madre, qué personaje aquel de Ivar: The Boneless.
Calificación personal: 8/10.