Harley Quinn es uno de los papeles que Margot Robbie nació para hacer, entre los pedacitos y piezas que sobresalían en aquel experimento de #DC en 2016 llamado “Suicide Squad”, su papel como la icónica villana y acompañante del Joker pasaría a ser uno de los grandes aciertos del DCEU.
Esto llevó a que la verdadera secuela de esta película sea ubicada a su alrededor, dándonos en 2020, “Birds of Prey”. En papel y en tráilers la película atraía mucho, la psicodelia del personaje se veía traducido en la música, el tono, el ritmo y la experiencia total de la primera película de DC que se envolvería en un grupo de mujeres.
La cinta tiene buenos momentos de comedia y acción, pero en el complot general de su línea sucesiva cometía graves errores de estructura. Comprobando que escena tras escena se sintiera una sensación de olvido, como si los cortes y las introducciones de los personajes no tendrían mucho sentido y simplemente se agregaban a construir un tercer acto sin emoción.
Usualmente los problemas de las películas de villanos o antihéroes recaen fuertemente en sus antagonistas, que aunque interpretado en este caso por el grandioso Ewan McGregor, la gran mayoría de las veces suelen tener dificultad en aumentar las apuestas y la propia irreverencia del mismo protagonista. Es pura lógica del sinsentido que hay en mostrar malo vs. malo. La película se siente como un montón de cosas que separadas pudieron haber funcionado, pero al juntarlas solo cobró vida la incoherencia. Mucho como su predecesora.
Calificación personal: 5/10.