El concepto de una película no es suficiente para hacerla, a fin de cuentas el cine es el arte de contar historias a través de medios audiovisuales. Por lo tanto, si no tienes una buena historia, no tendrás una buena película. Desde que salió el tráiler de “El Hoyo” quedé atrapado con su premisa, una cárcel vertical donde todos los niveles comen del mismo plato, este tráiler se encontraba diseñado para atrapar a quien sea que lo vea y despertar un genuino interés en ver de que se trataba todo esto. Pero lo que escondía detrás era mucho más que una película española de suspenso.
En 2008, el ahora aclamado director Denis Villeneuve, estrenó un cortometraje titulado “Next Floor”, el mismo trata la idea de un grupo de personas, con un grupo de sirvientes, que se sientan a comer en una mesa situada en un viejo edificio. Nunca paran de comer y mientras más comen, más pesada la mesa, hasta el punto en que el piso se derrumba y caen al piso de abajo. Esto se repite hasta que el grupo de personas caen al abismo, un hoyo sin fin. ¿Por qué traigo todo esto? El concepto de “El Hoyo”, desde antes de verla, ya era peligrosamente parecido al cortometraje “Next Floor”.
En su momento dije que tendría que ver la película para poder dar comentarios reforzados sobre si lo que estaba siendo mercadeado como una “idea original”, realmente lo era. Y al verla, me di cuenta de que todo lo que pensaba era cierto. Lo mejor de “El Hoyo” es su premisa, pero todo lo que le suma debe de ser removido por la existencia de “Next Floor”, por lo que me veo obligado a encontrar otros espacios donde la película logra brillar por sí sola.
Un paralelismo perfecto entre lo que representa El Hoyo y nuestra sociedad actual, cada quien por su cuenta, un mundo donde el “yo” es, colectivamente, más importante que el “nosotros”. Todo se resume en una frase de la misma película, “si cada quién comiera lo que necesita, la comida llegara hasta abajo”. Pero no para ahí, la cinta se da el permiso de tratar temas como la religión, y como esta puede servir desde la hipocresía si se encuentra mal utilizada, la política representada por una “Administración” a quien nada ni nadie le importa pero se preocupan por una buena imagen y nuestro apego a lo material.
La película se apega del morbo para satisfacer la sed de entretenimiento de sus espectadores, se vuelve violenta y cruda cómo con el sentido de mostrarnos lo más oscuro del ser humano. Pero es como si no se diera cuenta que lo verdaderamente macabro no está en la violencia, sino en la intención. Muy buenas actuaciones que representan la misma desesperación de su audiencia. El final no me convence, y refuerza mis comentarios de que lo que se tenía para esta película era un concepto, no una historia.
Calificación personal: 6/10.