Ver “Goldfinger” en la pantalla grande es una experiencia espectacular, la tercera película del icónico agente 007 se siente mas como una película de su villano que de James Bond. Gert Fröbe dio vida eterna a Auric Goldfinger, volviéndose desde entonces uno de los antagonistas más icónicos de todo el cine.
Sean Connery en todo su esplendor, un Bond que no se resguarda en ningún sentido, se roba todos los momentos que se encuentra en pantalla, su figura es tan lejana como lo propio que representa, una masculinidad perfecta, hasta fantasiosa. Es increíble cómo han cambiado las películas de Bond, cómo ha evolucionado el personaje, dándole el mérito que se merece a todos sus intérpretes, siendo Connery posiblemente su más icónico. Sigo hipnotizado por esos créditos iniciales e inolvidable canción.
Calificación personal: 8/10.