Aunque queramos, es difícil hacer la vista gorda a la realidad de que el mundo le pertenece a un grupo de personas. Aquellas con la capacidad de adquirirlo todo, y aunque mucho de esto se deriva del dinero, en la mayoría de los casos no es solo eso. Sino la macabra posición de poder que te puede permitir durar años, literalmente haciendo lo que se te pegue la gana. “Jeffrey Epstein: Filthy Rich” no solo nos genera impotencia, sino que se permite abrirnos la mente a todas las posibilidades de lo que se puede estar dando en una comunidad de personas “inalcanzables”.
La serie documental se establece detrás de las víctimas de manipulación y abuso sexual de una red internacional de tráfico sexual liderada por el pederasta Jeffrey Epstein. Con ubicaciones, imágenes en tiempo real y entrevistas, la serie nos permite trasladarnos perfectamente a como funcionaba la manipulación de Epstein frente a niñas menores de edad, jóvenes y mujeres que se veían acorraladas por la mentira de ponerte tus sueños en bandeja de plata.
Lo que ocurre con Filthy Rich es que aunque sus eventos se remontan a muchos años atrás, aprovechó el momentum del apresamiento y posterior supuesto “suicidio” de Epstein para arrojar luz a toda una comunidad internacional de curiosos que se preguntaban, “¿qué realmente ocurrió?” La serie se enfoca en las víctimas, que como reportaje y trabajo moral, así debe ser, permitiéndoles combatir la impotencia al brindarles una plataforma para ser escuchadas.
Pero con tan solo cuatro episodios y el recuento de algunos eventos muy recientes, se puede sentir que no está completa. Como si se intente concluir un caso que aun está en desarrollo. Siendo objetivos, muchas veces lo que nos lleva a ver este tipo de documentales es el morbo, no necesariamente la búsqueda de la verdad, sino el entendimiento del delincuente. Al darle play quieres conocer a Epstein, como llegó a donde llegó, con quienes se codeaba, como hizo dinero y por qué duró tanto en ser arrestado. Y muchas de estas preguntas tan solo son rozadas en la superficie.
Las historias de las víctimas nunca se deben definir como interesantes, sino más bien exasperantes, y reventadas de impotencia. Los actos de Jeffrey Epstein, Ghislaine Maxwell y todos los hombres y mujeres de una sociedad perteneciente a un 1% que se vieron envueltos en esta red de tráfico sexual son y siempre serán imperdonables desde su primera víctima. Tengo una política de que todas las noticias que consumo deben ser de fuentes confiables y usualmente no creo la mayor parte de las cosas que se leen en Internet, pero tras documentales como este, nada me sorprende.
Calificación personal: 7/10.