LAST MAN STANDING: THE CHRONICLES OF MYRON SUGERMAN (2022) – RESEÑA

Still #7

Como latino, es muy fácil identificar aquellos hombres que tienen la vida entera apoyándose en el “allante”, como decimos en República Dominicana, para mejorar sus vidas. Aquella personalidad que se basa en enfatizar constantemente lo que tienen, lo que hicieron y como siempre lo de antes fue mejor. “Last Man Standing: The Chronicles of Myron Sugerman” es un intento de documental con formato televisivo cuyo lenguaje cinematográfico es tan burdo y básico como la propia forma de expresarse de su protagonista mientras ponemos en duda la grandeza de sus actos.

Usualmente la vejez enfatiza quienes somos, pues con el tiempo se incluye la irresistible realidad de que no hay porqué mantener máscaras y mientras llegamos a la conclusión de que nos queda poco tiempo, más “nosotros” somos. Aparte de que sentidos comunes e inteligencias musculares comienzan a fallarnos y nos enfocamos única y exclusivamente en lo que una vez vivimos; y el día a día. “The Chronicles of Myron Sugerman” se aprovecha de aquella pasión de los fanáticos del crimen organizado, para darte la idea de que su protagonista traerá a la historia algo novedoso, desconocido o incluso primordial que desconocemos. Pero en el formato en que se cuenta resulta ser un intento fallido de mostrar la majestuosidad de su protagonista.

Still #5

El documental se divide por partes, con descansos entrelazados en su montaje como destinado única y exclusivamente a un formato televisivo casi extinto, en el que los espacios para anuncios eran inevitables y necesarios. Pero en 2024 ya no se hace ni cine, ni televisión así. Pues en el constante descanso está la desconexión de la audiencia de tu historia, si es que la hay, pero sobre todo, la obligación de dividir tu contenido en partes, obligándote como creador a destinar muy pocos minutos a conversaciones e historias que muy bien podían ser el foco principal completo del documental.

A la hora de visualizar un docu/biopic, la voz del protagonista debe pasar a un segundo plano, pues nosotros estamos parcializados con nuestra propia vida. La cosa se pone interesante cuando lo que contamos converge o se divorcia de la percepción externa. ¿Qué dicen sus hijos? ¿Amigos? ¿Parientes? ¿Compañeros de trabajo? En esta búsqueda de información se encuentra una verdad más pura, y menos adornada por parafernalias de lo que una vez fuimos. Por igual dándole la oportunidad a los cineastas de encontrar puntos de vista que traigan algo totalmente distinto a lo que quieren contar. Novedoso, o al menos primicia.

Still #6

El crimen organizado siempre tendrá ojos y oídos, es un género que atrae por la peculiaridad de las personalidades que lo protagonizaron, desde la costa Este a la Oeste de Estados Unidos, en el bajo mundo del siglo pasado ocurrió mucho. Y es cierto que rastros de esa personalidad se muestran en el carisma de Myron Sugerman, que por momentos se siente como la razón principal por la que existe este proyecto. “¡Quiero hacer una película de mi vida!”, pero los cineastas que le tocaron solo llegaron a la superficie como si llevar la historia de Sugerman a la pantalla fuese una tarea del colegio.

La nostalgia es mágica, a veces estamos tan cegados por ella que la realidad se nubla y vivimos en una especie de limbo entre lo que fue, y el presente. A fin de cuentas quienes somos es una combinación de lo que hacemos con lo que nos creemos, y el privilegio de Myron Sugerman de nacer en una sociedad identificada por la superación personal y aprovechar todos los medios habidos, por haber, legales e ilegales, para mejorar su calidad de vida; perfilaron por completo su personalidad que buscaba la mímica de lo que siempre vio, vivió y quizo replicar.

Still #3

Cuando vemos el humano detrás es cuando se toma la palabra de sus razones para apoyar la casería de Nazis, que aunque anticlimática y no protagonizada por él, te deja saber tactos de su mentalidad y personalidad real sin querer adornar el propio hecho de que estamos haciendo un documental para “entretener” y en el que debemos vender la idea de que realmente él es el “último hombre que queda” de una generación reconocida por muchos, y en la cual nunca se le menciona en los cientos de miles de proyectos multimedia que tratan el tema. Hubiese podido digerir y hasta fluir con el señor Sugerman si la capacidad de narrativa visual de los cineastas que lo abordaron hubiese sido superior.

Calificación personal: 5/10.