MINARI (2020) – RESEÑA

Minari

Digan lo que digan sobre la temporada de premios, uno de sus aspectos más curiosos para mí es su inequívoca forma de reflejar por completo lo que como sociedad buscamos ese año. Y es probable que suceda hasta de manera inconsciente, las estrellas se alinearon para que un conjunto de cineastas hicieran y estrenaran una película en un año específico, y así será para la eternidad. 

Siempre he visto como una representación correcta de quienes somos y donde estamos en el conjunto de películas que se encuentran en la temporada de premios ese año. “Parasite” fue lo que necesitábamos en 2019, y “Nomadland” lo que buscábamos en 2020. 

Pero como conjunto allí estuvo “Minari” también, una película cuyo mayor mérito se encuentra en el balance entre lo universal y lo individual. Lee Isaac Chung conocía la generalidad de su historia y lo cerca que la gente lleva los desafíos de la inmigración, pero también muestra en su película confianza en su ritmo, como si la misma llevara una palpitación propia, calmada, pero como la paz en la tormenta que agita entrañas. 

La revelación del joven actor Alan Kim para mí es esencial, pues se utiliza como una ventana indiscreta hacia la turbulencia de un matrimonio repleto de incertidumbre e insatisfacción. Me causa alegría ver a Steven Yeun en su máximo esplendor, conociendo sus orígenes, en un papel tremendo de un padre real y anhelante. Me gusta pensar que actualmente vivimos en una nueva época de self-awareness, donde estamos conscientes de que probablemente la clave está adentro y no afuera. 

Pues al ver “Minari" confirmo algo que siempre he dicho, aquello de que lo común antes en la humanidad era suprimir, donde el sacrificio llegaba a un punto de ebullición que se estaba dispuesto a dejarlo todo por encontrar respuestas, donde la tristeza era común y la satisfacción un lujo. La película acaba con un fuego, me hago el cuento de que es porque ya esa etapa la quemamos, ya no suprimimos las cosas. Isaac Chung hace un tremendo homenaje a su propia vida, mostrándonos un poco de la de nosotros.

Calificación personal: 8/10.