Tengo una ligera fascinación, que roza en obsesión, con el sentimiento eterno e inherente del ser humano de buscar. Lo menciono mucho en mis comentarios, y es que para mí, en aquel reflejo de la vida que es el cine, de lo que más somos testigos es de la búsqueda. Ya sea de sus creadores, o de sus personajes, las películas intentan transmitir un espacio de descubrimiento que aunque puede sentirse obvio una vez observado, su grandeza está en haberlo simplificado.
No es sorpresa para mí, y puedo estar seguro que para quien sea que vea “Nomadland”, que se encuentre posicionada como lo está. Con galardones a este punto incontables, y favorita para los grandes premios de la noche del 25 de abril. Pues en un año como el 2020, “Nomadland” nos recuerda la belleza detrás de la simpleza. Donde todos tuvimos que resguardarnos en un hogar, esta película rediseña por completo la definición de esa palabra.
Chloé Zhao ha mencionado varias veces como siempre soñó con hacer una película como esta, que utiliza estructura de road movie pero a la vez se sienta cercana. Y la realidad es que para muchos puede contar una tragedia, cuando para otros puede ser la definición de libertad. Zhao se esfuerza en que la historia se sienta lo menos manipulada posible en ambientes que se sienten tan espontáneos y poco fabricados como el estilo de vida de su protagonista.
Frances McDormand nunca defrauda, pero sentí que esta vez me enfrenté a una versión más humana de ella, en el craft de su actuación me ví tan envuelto que aunque seguía viendo a Frances, me imaginaba que realmente ella estaba viviendo la vida de su personaje. Fue un extraño momento en el que las realidades se fusionaron. Pero sé que en la percepción de sutileza de una actuación es que se encuentra el verdadero trabajo actoral, aquel de desaparecer en el papel y literalmente volverte uno. Me encantó no verla exagerada.
Sin lugar a dudas el mayor mérito que esta película tiene para mí es su deslumbrante dirección de fotografía. Durante todo el metraje me mantenía absolutamente impresionado por la cantidad de secuencias que tiene la cinta en la muy denominada “hora dorada” o “golden hour”, aquellos breves minutos en los que el sol se topa con el frío de la noche y sus colores se balancean entre el naranja y el rosado. Definitivamente la mejor fotografía de todo el 2020.
Lo que nos quiebra de Fern es la desesperanza en sus ojos combinada con la amabilidad de su sonrisa. De alguna forma ni ella misma sabe bien lo que quiere, y en la perdida de la apariencia de estabilidad, se encuentra atrapada en el camino, en aquella eterna búsqueda apegada a sus creencias. Y es allí donde nos vemos reflejados, con el pequeño miedo de que nosotros también tengamos una “apariencia de estabilidad”, y sin saber verdaderamente qué haríamos si es arrebatada, si la vida, y su constante búsqueda, no nos sale como teníamos planeado.
Calificación personal: 9/10.