La estratificación social se balancea dentro de la tensa estructura de “Parasite”. Bona Joon-Ho se convierte en maestro del ritmo mientras nos muestra una película dónde la tensión y la cámara danzan a la perfección. Su música es un reflejo de sus entrañas, su diseño de producción comunica más que los diálogos, sus actuaciones son el espejo de una rabia social sobre la que el dinero solo sirve de combustible.
Mientras unos viven un infierno, otros se acorralan dentro de sus burbujas. Es, por mucho, la mejor película que he visto este año. Sé que estoy viendo una obra maestra cuando lo siento, pero también cuando cada plano me comunica algo. Aquí no hay un solo segundo desperdiciado. Desde la incertidumbre al asombro, desde la violencia a la reflexión. No se pierdan esta joya.
Calificación personal: 10/10.