SCRAP (2022) – RESEÑA

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Si algo aprendemos sobre crecer, volverse adulto y hacer la transición a hacernos cargo de nuestras propias responsabilidades, es que no hay un manual para la vida. De la improvisación vive el hombre, escondiéndose en la incertidumbre de planes que se re-diseñan constantemente. “Scrap” es una película sobre personas que están viviendo la vida por primera vez, como todos nosotros, pero bajo su premisa se ubica su historia cotidiana que arroja mucho más que la mera forma en cómo está contada.

Vivian Kerr escribió, produjo, dirigió y protagonizó este drama familiar que sirve como su debut como directora, una ópera prima que no necesariamente brilla por su técnica visual o dirección de actores, pero si arroja luz a un guion natural, orgánico, con momentos de silencio que resultan efectivos y una protagonista conocedora de las intenciones de su personaje y la universalidad de la situación en la que se encuentra. Aquel hoyo negro de “no ser suficiente” que arrastra todo lo que amamos con nosotros, con el conocimiento profundo de que al final probablemente todo esté bien.

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La historia de Beth es trágica, pero no lo suficiente como para causar un arraigo emocional que nos saque de nuestras casillas. Como si fuese marcando casillas de un guion, los obstáculos que se le presentan en su recorrido por el desempleo, la madre soltera y la adicción a las compras son básicos y hasta predecibles, pues lo que puede ser inspirado en una historia real solo pasa a sentirse por momentos como el intento de arrebatarnos la añoranza de que ojalá todo salga bien.

En este tipo de historias, donde lo natural y lo cotidiano es tan presente y protagonista, su creadora debió conocer el empeño y la importancia detrás de brindarnos una experiencia audiovisual que permita a la película salir de las casillas en las que se encuentra, de los estereotipos y de un lenguaje visual característico del cine independiente Estadounidense. Como si la falta de dinero tenga un aspecto inescapable en aquel cine que se hace fuera de los estudios en Los Angeles, cosa que no parece correcto decir pero de vez en cuando proyectos como “Scrap” te lo recuerdan.

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Kerr brilla en su actuación, quizás la única que logra humanizar su personaje hasta el punto de sentir algo cuando la vemos, a fin de cuentas es la profesión en la cual mayor experiencia tiene de las cuatro que adoptó a la hora de decidir emprender en su ópera prima. Pero la elección de los demás actores resulta cuestionable, con un Anthony Rapp que no logra crear una química con sus colegas femeninas, manteniendo su personaje alejado de nuestros sentimientos en una historia que depende por completo de que nos importe la vida de estos personajes.

Por momentos la película nos sorprende, con una que otras miradas, gestos, vistazos musicales y diálogos que nos permiten conectar con la emoción detrás de las luchas de Beth, Birdy, Ben y Stacy, momentos que nos delatan la idea de que quizás sí había un guion que abría las puertas a una película que, ejecutada de manera más cuidadosa a los detalles, podía trascender. Pero “Scrap” se queda en una superficie plana de “ni mala ni buena”, mientras sentimos el no tan agradable sentimiento de una creadora que intenta emular carreras de otros cineastas que han iniciado queriendo ocupar todo el protagonismo en la creación de sus primeros proyectos.

Calificación personal: 6/10.