Por momentos se siente hasta irreal que una película animada sobre un músico de mediana edad que vive en Nueva York pueda hacerme conectar tanto con mis propias batallas. Y es que lo que ocurre con el cine, o el arte por así decir, es que mientras más identificable es, mientras más universal sea su historia o su conflicto, es probable que más personas se sientan conectadas hacia lo que sus creadores quieren gritar.
Pixar nunca ha sido para niños, quizás sus historias se centren en ambientes que pueden entretener a los más pequeños, pero una vez alcanzamos una cierta madurez cognitiva y emocional, nos damos cuenta que desde “Toy Story” el estudio ha adoptado un compromiso moral con lo que cuenta, como un recordatorio a los más grandes de que en tu niño interior es que está la clave. Siempre viviré con el “qué sería si” todos lo escucháramos más a menudo.
Tomando esto en consideración, este sería el cuchillo de doble filo para “Soul”. Porque por la propia naturaleza de su protagonista, esta cinta de Disney-Pixar es, a mi parecer, la que menos está dirigida hacia la generación más joven. Y es que la mayor parte de su entendimiento, y carga emocional por tanto, se amarra a ya haber vivido. A ya haber acumulado experiencias que se puedan ver cómo errores, desesperaciones o arrepentimientos.
Pero a la vez, en un giro parecido al de “Inside Out”, la película utiliza su comedia y su aspecto ligeramente más infantil para introducirnos a lo que muchos hemos pensado. ¿Qué hay antes y después de nuestra experiencia en la Tierra? Alejándose por completo de parámetros religiosos, muy inteligentemente sus creadores se apoderaron del “alma” como fuente de todo lo que somos. Y me pareció hermoso, pues aunque deja las creencias a un lado, de alguna manera nos pone como responsables de quienes somos desde incluso antes de nuestra existencia.
Soy partidario del libre albedrío, pero a la vez no puedo evitar estar de acuerdo con la prefabricación de personalidades. Y “Soul” logra mostrar esto de la manera más jocosa y simple posible. Si de por sí ya eres fanático de la meditación, y crees en los distintos estados que puede alcanzar la mente humana, la película es para ti de manera muy especial, como validándonos. Si buscas respuestas a tus preguntas, es probable que también sea para ti. Pero lo más importante que debes de saber al ver la película es que todos, absolutamente todos tenemos arrepentimientos.
Una música espectacular, visualmente hermosa, graciosa e inteligente. Quizás hubiese sido aun más especial que la película hubiera adoptado otra ubicación en lugar de la ya muy vista ciudad de Nueva York, pero esto no me disgusta, sino más bien me intriga haberme perdido en otras calles un tanto más musicales. Como dije, el cuchillo de doble filo se refleja en que puede que la carga emocional no se transmita de manera tan eficiente si aun no ves tu vida como perdida.
De todas maneras es una película hermosa, que sirve de recordatorio para aprovechar cada minuto de nuestras vidas. Que nos recuerda que hay maneras de mejorar nuestro plano y que nos permite reflexionar sobre lo que hemos estado haciendo hasta ahora. Definitivamente es más para adultos que para niños, y espero, con muchas fuerzas, que quien la vea no permita que le pase por arriba.
Calificación personal: 9/10.