Desde su primera temporada, Stranger Things ha logrado ser un escape para más de 40 millones de personas. Su grandiosa introducción por la puerta grande a la cultura pop se ha basado en la resurrección de una época que una generación adulta recuerda con mucho anhelo, mientras a la vez se dirige, con su contenido, a generaciones más jóvenes que desean experimentar por igual aquel sentimiento de nostalgia. De esta forma los hermanos Duffer, creadores de la serie, despedazan por completo todas las barreras generacionales y crean una serie atractiva para, literalmente, todo público.
Lo que inició como un grupo de cuatro niños protagonistas, ahora se define como toda una familia de personajes establecidos a la perfección para identificar a la audiencia con los deseos, virtudes y defectos de todos los caracteres que vemos en pantalla. Con su tercera temporada, la serie está más grande que nunca, ha logrado madurar su historia, pero también sus personajes mientras se trasladan de una niñez a una adolescencia, de un duelo a la felicidad, de una zona de confort a la más inimaginable de las posiciones. Sin duda, el éxito de la serie se materializa en la magnífica elaboración de sus personajes.
Esta vez apoyando su historia en la construcción de un centro comercial, Stranger Things logra modificar su diseño de producción, retratar aquel verano de 1985 con la oportunidad de aumentar su presupuesto con centenares de colocaciones de productos, marcas como Coca Cola, Slurpee, Icee, 7 Eleven, Burger King, JC Penny, etc..., se permiten incluir para, no solo estar en nuestro subconsciente mientras vemos las "cosas extrañas", sino también para ayudar a los creadores a contar su historia como debe ser contada.
Pero qué ocurre, la serie decora sus personajes con un ambiente que le permite a los creadores elaborar una historia repleta de referencias y adornar planos para crear un espectáculo visual alrededor de una historia que en su núcleo es bastante simple. ¿Cómo Will, Eleven, Joyce, Hopper, Mike, Dustin, Lucas, Max, Nancy, Jonathan, Steve, Robin y Erica van a resolver por sí solos la amenaza que esta vez vino del Upside Down? En tres temporadas, no hemos si quiera salido por más de un episodio de la perturbadora ciudad de Hawkins.
De alguna forma mantenerlo así de concentrado influye en que nos encante la serie tanto como lo hace, no planeamos que Stranger Things de repente nos muestre todo un universo de personajes en distintas partes del mundo cuando los personajes que ya tenemos son a los que les tenemos cariño y es sobre ellos que queremos saber más. Pero es algo que con el tiempo puede volverse no sostenible, los problemas no siempre podrán ser resueltos con la astucia de estos niños que se dirigen a la adolescencia.
La década de los ochenta mejor expuesta que nunca, las referencias son interminables, desde la música hasta el cine, hasta el propio desarrollo de la trama. Vemos a Back to the Future, escuchamos a Neverending Story, vemos indicios de la guerra fría, referencias a Star Wars, X-Men, tiras cómicas, Karate Kid, Day of the Dead, Terminator, Alien, odas al género de terror en general con zombies y vampiros, e incontables series de televisión ochenteras. Inclusión de espectaculares nuevos personajes, siendo mi favorita Robin, interpretada por Maya Hawkem hija de Ethan Hawke y Uma Thurman. En un mundo donde no se sentían tanto las consecuencias, terminamos con un final agridulce y que deja las puertas abiertas a lo próximo.
Calificación personal: 8/10.