
El derecho a contar una historia debe de ganarse. Esa es la tesis central que se esconde tras los diálogos incisivos y la tensión palpable de The Problem of the Hero (2023), una película que, con una puesta en escena contenida y un guion afilado, logra transportar al espectador a una noche de debate creativo y confrontación ideológica. Shaun Dozier nos presenta una obra que se desarrolla en un solo espacio, casi como si se tratara de una obra de teatro en sí misma, pero con el dinamismo suficiente para sostener la atención de principio a fin.
La historia nos introduce a dos escritores: Richard Wright, un autor negro cuyo libro Native Son ha sido un éxito de ventas, y Paul Green, un dramaturgo blanco con una trayectoria consolidada en Broadway. Ambos trabajan en la adaptación de la novela de Wright al teatro, pero pronto se dan cuenta de que su visión sobre la historia y su significado no siempre coincide. Wright, consciente del peso y la importancia de su obra para la comunidad afroamericana, protege cada palabra con determinación. Green, a pesar de su intención genuina de hacer justicia a la historia, no deja de representar el privilegio de su raza y su lugar dentro del sistema teatral de la época.

El guion brilla con un nivel de profundidad y matices que convierte cada conversación en un duelo de ideas. La película no se contenta con exponer las diferencias entre ambos personajes, sino que va más allá, explorando las implicaciones más profundas de la autoría y la representación. ¿Quién tiene derecho a contar una historia? ¿Es suficiente la empatía para comprender una realidad ajena? Estas preguntas se despliegan de manera orgánica en los intercambios entre Wright y Green, sin forzar moralejas evidentes, sino dejando que el espectador saque sus propias conclusiones.
Las actuaciones elevan aún más la película. J. Mardrice Henderson, como Wright, logra transmitir la lucha interna de un hombre que sabe lo que su obra significa para su comunidad, mientras que David zum Brunnen, en el papel de Green, ofrece una interpretación matizada de un hombre atrapado entre su buena voluntad y su propia ceguera cultural. Juntos construyen una dinámica electrizante que mantiene la tensión en cada escena, logrando que los silencios sean tan reveladores como las palabras.

Desde su estructura hasta su ambientación, The Problem of the Hero es una película que se siente metatextual. No solo por la historia en sí, sino por la forma en que el cine y el teatro se entrelazan en su ejecución. El espacio limitado y la acción centrada en los diálogos refuerzan la sensación de que estamos presenciando algo teatral, pero la dirección de Dozier encuentra maneras de aprovechar los recursos del cine para evitar que la puesta en escena se sienta estática. El resultado es un equilibrio entre dos lenguajes narrativos que hacen de la película una experiencia absorbente.
Además de ser un enfrentamiento de egos y perspectivas, la película es también un recordatorio de las diferencias irreconciliables que existían (y aún existen) en la manera en que la sociedad estadounidense aborda la raza. Wright y Green pueden compartir respeto y admiración mutua, pero la historia deja claro que hay barreras que no pueden cruzarse solo con buenas intenciones. En última instancia, la película deja claro que algunas historias no pueden ser filtradas a través de otra mirada sin perder su autenticidad.

The Problem of the Hero es un ejemplo brillante de cine basado en el poder del guion y la interpretación actoral. Con una historia que resuena más allá de su contexto histórico, la película se convierte en un reflejo de los dilemas que siguen marcando la industria del entretenimiento hoy en día. No es solo una gran película; es un necesario recordatorio de que el arte también es un campo de batalla donde la lucha por la representación auténtica nunca deja de ser relevante.
Calificación personal: 8/10.
