CHALLENGERS (2024) – RESEÑA

Challengers

“Todo en la vida es sobre sexo, excepto el sexo. El sexo es sobre poder.” Dijo un gran hombre una vez, para quedarse grabado por completo en el subconsciente de todo el que es testigo de la afirmación. A fin de cuentas, la generalización humana entorno al sexo y el poder refleja una apertura a la realidad detrás de la frase. Es difícil discutirla, pues en perspectiva y con algunas experiencias bajo los años, podemos llegar a entender que así funciona el mundo. Con una que otras excepciones claro, como toda regla. “Challengers” es un thriller que intenta esconderse detrás de varios telones, pero a fin de cuentas es un thriller espectacular.

El cine es sentimiento, nadie inicia a ver una película o una serie por simplemente verla. Andamos en búsqueda de algo, y ese algo tiene una definición distinta para cada persona, pero en una vista generalizada, se puede decir que vemos algo para sentir algo. Nostalgia, emoción, tristeza, cada historia toca sus teclas, y las teclas de “Challengers” son precisas y altamente efectivas, como una combinación entre ir a la mejor fiesta de tu vida con esa persona que te saca de tu lógica, y al mismo tiempo competir en un maratón contra tu mejor amigo.

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La película utiliza el tenis como tarjeta de presentación, inicia su proceso de seducción bajo el telón de una historia de deporte con doble competencia, dos amigos se pelean por su futuro y la chica de sus sueños. Pero no hacen falta segundos luego de iniciada la película para darnos cuenta de que no es lo que parece. Que el tenis, y la posible emoción que puede traernos ver una historia de sus conflictos, es tan solo el medio para un fin en esta película. Y así sus creadores presentan la base para utilizar el deporte como puerta a las relaciones entre los personajes.

Y con esto me muevo a uno de los muchos puntos a favor de la película, que va casilla tras casilla en las reglas de hacer una película de deporte atractiva, hasta lograr su cometido de incrementar las apuestas durante absolutamente todo el metraje. Razón por la cual logramos olvidarnos del deporte, quizás sin saber que todo lo que le rodea va en crecimiento conjunto con nuestras ganas de una resolución que se alinee con nuestro personaje favorito, si es que ese resultado es siquiera posible.

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El conocimiento de los personajes, desde el guion, hasta su dirección y finalizando en sus impresionantes interpretaciones, es perfecto. Es incluso la razón por la cual el trato del tiempo en la película funciona, aun sobre-utilizado. Cada palabra, movimiento, decisión y mirada cabe a la perfección en la coherencia de los personajes a través del tiempo. Razón por la cual nuestra percepción de los saltos temporales resulta fluida. Quisiera saber si aquella estructura se encontraba desde el guion o si fue una decisión de dirección, o incluso de montaje. Que de por sí resulta ser una clase magistral de cómo tratar un thriller en la post-producción.

Zendaya, Josh O’Connor y Mike Faist. Trío sublime, atento a los detalles, elegidos como con un alfiler para que quepan en sus diferentes líneas del tiempo. Los tres en un tour de force donde las miradas toman el guía y los cuerpos el control. Utilizar a Zendaya como eje principal le cupo como anillo al dedo a la película, pues la actriz más conocida de los tres toma el manto protagónico en un papel que representa a la perfección una faceta de la feminidad del siglo XXI. Para nadie es un misterio que el género femenino es el superior, pero pocas veces es traducido de manera correcta a la pantalla. Y aquí Zendaya deja todas sus caretas.

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Pero a la vez Josh O’Connor y Mike Faist, cuyo estado actoral actual precisa en “lo conozco, pero no esto seguro de dónde”, un sentimiento casi primordial para esta película que nos intenta convencer de una competencia nata de la masculinidad, pero también de como se ve representada en diferentes personalidades y diferentes mecanismos de defensa. Su relación es el verdadero desarrollo de la película, el trío se complementa por nuestro apego a quienes ellos eran antes y en lo que se convertirán. Y su relación resulta ser la cereza del helado en la magnífica secuencia final.

Un thriller deportivo y erótico, donde lo carnal resulta tan seductor como la forma en que es mostrado en pantalla. Pero también como es mostrado en bocinas, Trent Reznor y Atticus Ross elaboraron una banda sonora disruptiva, eléctrica, capaz de convertir una escena en algo totalmente distinto y hacerle a las secuencias en las que se encuentran las piezas musicales como un desfibrilador a alguien en emergencia. Volviéndose el punto de distinción entre esto, y los demás tríos amorosos que hemos visto en el cine.

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Luca Guadagnino elabora una de sus mejores películas hasta la fecha, quizás su mejor desde “Call Me By Your Name”, probándonos una vez más su capacidad de traer lo prohibido al cine sin necesidad de lo explícito. Recordándonos que somos humanos, de la manera más primitiva y artística posible, si eso es algo que si acaso hace sentido. Utiliza el deporte para engañarnos a introducirnos en un triángulo amoroso con distintas lecturas, pero sobre todo coherente y real. Un peliculón.

Calificación personal: 9/10.