¿Cuál es el costo de las mentiras? El miedo a la verdad, el terror a las consecuencias y el odio a la competencia se permiten establecer un término capaz de destruirlo todo. Porque si las mentiras no fueron la causa principal de este desastre, nada de lo científico realmente lo fue, porque culpar a una persona, es más, culpar una nación o sus gobernantes se queda corto frente a la verdadera naturaleza de lo ocurrido el 26 de abril de 1986 en el cuarto reactor nuclear de la Planta Nuclear de Chernobyl, Unión Soviética. ¿De qué punto de vista se cuenta una historia donde no hubo ganadores? La objetividad es el mayor aliado del mejor trabajo cinematográfico que he tenido la oportunidad de ver este año. Chernobyl es una obra maestra de principio a fin, y su arrastre se queda contigo mucho más allá de su último segundo.
Es curioso sentarse a analizar una obra maestra, es verdaderamente aterrador elogiar un trabajo que representa el sufrimiento, la malicia y la realidad de muchos. Pero paso a paso, se logra. Iniciemos con el guión, que se esfuerza en explicar poco a poco la cronología de los eventos ocurridos en lo que Gorbachov definió como el inicio del fin de la Unión Soviética. Sin caer en sobreexposición, la serie logra enganchar a una audiencia inundada en desconocimiento y hasta aquellos expertos en el tema, porque a través de sus personajes te representa todos los puntos de vista que significaban una causa, una respuesta o una consecuencia a este desastre.
Y en tan solo cinco episodios, arrastrarnos por la cruda realidad de lo ocurrido, mientras nos tienta en la pura verdad de la razón por la cual ocurrió. Razones que tristemente vemos hasta hoy en día. Un país inundado en corrupción, burocracia, mentiras, competencia y naciones totalmente intoxicantes sobre lo correcto. Una nación donde lo que reinaba era el miedo. Luego vamos a las actuaciones y los personajes involucrados, con la grandeza de establecer solo uno ficticio en representación de cientos con el objetivo de simplificar el propósito y la integridad de todos esos científicos que jugaron un papel esencial en la búsqueda de la verdad. Jared Harris y Stellan Skarsgard están incorregibles en aquella incomprensible representación de desesperación, estrés y pérdida de esperanza.
De alguna forma fue perfecto dividir la historia en cinco, cada episodio, aunque directamente relacionado con su anterior, lograba representar todas las aristas sobre las cuales se reflejaba el desastre. Desde la política y la image, la presión extranjera y la militarización. Hasta el desplazamiento de cientos de miles de personas, los efectos de la radiación en ellas y el total desconocimiento general de la gravedad de lo ocurrido, son aspectos que terminan apoyando el interminable sentimiento de tensión e impotencia que te arropaba desde viendo un niño jugando en las calles de Prypiat hasta escuchando el click de los dosímetros.
No importa lo que escriba, es imposible hacerle justicia con palabras a un trabajo perfecto. Lo único que quizás puedo transmitirles es como me hizo sentir ver la genialidad de como fue ezpuesto en el cine uno de los desastres más grandes jamás causados por el hombre. Porque aparte de ser totalmente fiel a los acontecimientos, nos permite sentir los efectos de este desastre, nos explica paso a paso lo ocurrido y nos golpea con su realidad de como la causa principal de esto es una naturaleza humana incorregible, la mentira.
Calificación personal: 10/10.