En los andares del multiverso el MCU re-organiza sus posibilidades mientras a la vez mantiene todo, lo suficientemente simple como para poder darle “undo” a cualquier decisión que no se alinee con el esquema general de su universo en el futuro. “Doctor Strange: In the Multiverse of Madness” se posiciona como la primera película de este amado conglomerado en abrazar por completo la idea de un multiverso alcanzable, sin causar suficiente confusión como para hacerlo inviable.
La idea del multiverso siempre fue soñada por los fanáticos de Marvel, pues esto abre una caja de pandora a mundos, personajes, tonos y fantasías hasta ahora nunca vistas en el MCU. Pero la propia trama de los multiversos suelen ser enredadas y confusas, cosa que ponía nerviosos a los fanáticos, pues aunque mucho puede salir bien de una entrega que abarque este concepto, uno de los aspectos más importantes del UCM es su línea narrativa continua y coherente entre películas.
“In the Multiverse of Madness”, en tan solo dos horas, logra posicionar sus reglas simples sobre el multiverso, cosa que nos permite enfocarnos en su aspecto más regular: la posición de nuestro héroe, su misión y posible relación con su antagonista. Benedict Cumberbatch como Doctor Strange tuvo una entrada triunfal al universo en 2016, introduciéndonos a otro espectro de este mundo y enfocándose en la magia y las artes místicas. Y aunque nos envolvemos por completo en ello en esta entrega, esta película se siente más permaneciente al universo que lo que su predecesora se sintió en aquel momento.
Pues aunque la cinta le da importancia en la trama a los poderes mágicos de sus protagonistas, se aleja un poco del misticismo de los mismos e intenta presentarles la lógica para justificar la propia marcha por el multiverso. Los poderes y la forma de conseguirlos son menos protagónicos, para abrir paso a lo que los héroes y villanos son capaces de hacer con ellos. Aprovecho para darle la bienvenida a América Chavez al roaster de personajes que desbloquean una habilidad para este universo de películas.
Sin lugar a dudas el verdadero protagonista de esta película es Sam Raimi, que no desaprovecha la oportunidad para rellenarla de hints a su propio trabajo, para homenajear el cine de horror con jump scares, sangre, zombies, resurrecciones, cultos, movimientos de cámara rápidos y una sensación interminable de que lo que estoy viendo no es para niños. De hecho me atrevo a decir que es la película del MCU más dirigida a adultos hasta la fecha, pues puede ser bastante aterradora o perturbadora por momentos.
Como algunas cosas de Marvel, la película se siente como una batalla entre lo que quería hacer el director y lo que era obligatorio hacer por cómo se estableció su guion. El intrépido punto medio entre la marca artística de su cineasta y el deber de mantener la coherencia. Pero aun así le hace honor a su nombre con incontables hints a las posibilidades de esta locura que llamamos Universo Cinematográfico de Marvel, la realidad es que ahora sí que no hay techo para lo que se puede escribir y filmar aquí.
Apariciones breves pero magníficas de caras que tenemos mucho tiempo queriendo ver acá, pero también un desarrollo interesante de sus personajes principales a quienes tenemos ya un buen tiempo viendo. La película se marca como el final de algunos, el inicio de otros y la continuación de su protagonista. Aunque no quiero dejar de decir que sentí un poco turbulenta la relación de poder/voluntad de su antagonista. Es decir, por momentos se sentía desproporcionado lo que ocurría versus lo que se quería lograr con ello.
Para su metraje relativamente corto dentro de las últimas entregas del universo, siento que la película pasa demasiado tiempo en trivialidades como para mejorar nuestra conexión emocional con los personajes, sin saber que las verdaderas emociones estaban en lo nuevo y desconocido. No es de las mejores películas de Marvel, pero la música original de Danny Elfman y algunos atrevimientos de Sam Raimi nos entregan algunos momentos verdaderamente épicos.
Calificación personal: 8/10.