Pocas cosas son más aterradoras que un ser humano corrompido, algo que es muy fácil de olvidar en el desarrollo de un saturado género de horror dónde sobresale lo fantástico y lo sobrenatural. Por momentos crea más terror sentirse vulnerable ante una situación que se acerca más a la realidad que a lo sobrehumano. Irónicamente, dentro de las luces de “Don’t Breathe”, es que utiliza su concentrada ubicación para mantener la tensión en crecimiento.
Su premisa le permite ubicar a la audiencia en un espacio que se siente presuntamente predecible, pero su historia logra tomar suficientes giros oscuros como para mantenernos enganchados en un metraje perfecto para una película de su tipo. En su rapidez, sufre de presentar al desnudo la formula de su guion, lo que nos hace sentir muy notablemente los estereotipos del desarrollo de personajes en el género, sin embargo las caras escogidas para el papel de víctimas se presentan lo suficientemente serias como para mantener la sensación de peligro.
Siempre digo que el cine, en su primera vista, es absoluta y únicamente sobre lo que te hace sentir, y aunque inicié a ver esta película de Fede Álvarez con muy bajas expectativas, debo de admitir que me mantuvo con el puño cerrado por poco más de una hora mientras logró cuestionarme sobre mis propias áreas grises. Me gusta, por ahí anda la secuela ya, esa no sé si la vea.
Calificación personal: 7/10.