¿Es Paul Thomas Anderson para Los Ángeles y el valle de San Fernando lo que es Martin Scorsese para Nueva York? Thomas Anderson logra apegarse un poco más a la nostalgia, y en el caso específico de “Inherent Vice”, a aquel recuerdo de un Los Ángeles setentero donde todo era borroso y ¿colorido?
Pero a fin de cuentas logra ser una película donde las raciones de color y diseño de producción van a la par de un sentimiento general que nos comunica la historia y, por supuesto, el lugar donde está ubicada. Joaquin Phoenix siempre está inmenso, esta vez en la carne de un detective privado adicto que presenta rastros de desinterés, la película es rara vez sobre su desarrollo y más sobre como su recorrido se enreda entre sus propios cordones.
Pero a la vez Phoenix es acorralado por otros actores gigantescos que logran desaparecer en sus papeles, como Josh Brolin, Owen Wilson, Benicio Del Toro y Katherine Waterson. PTA se inventa el balance entre el homenaje y venerar una era perdida, pero irónicamente, sin él perderse en ella.
La película es tan loca y cómica como espectacular, y verla es como cuando vas caminando por una calle hermosa sin saber lo que te espera en la próxima esquina.
Calificación personal: 9/10.