INSIDE OUT 2 (2024) – RESEÑA

Inside Out 2

Con el tiempo me he vuelto redundante en la apreciación del cine, como si nuevas palabras o sentimientos fuesen difíciles de encontrar y poco a poco descubrimos que el umbral de emociones que una película puede evocar es limitado, aunque potente. Pixar tenía cinco años sin estrenar una secuela de una de sus películas, “Toy Story”, “Cars”, “Monsters Inc”, “Finding Nemo” y “The Incredibles” eran el exclusivo grupo de cinco que habrían llevado al estudio a expandir sus universos, y ahora, nueve años después de su original, llega “Inside Out 2” para deslumbrarnos.

La diferencia de sus homólogas, en el exclusivo grupo de películas de Pixar con más de una entrega, es que todas las demás presentaban desde un inicio la capacidad nata de expandir sus universos. Y así lo vemos en cada una de las entregas siguientes, “Toy Story 2, 3 & 4”, “Cars 2 & 3”, “Monsters University”, “Finding Dory” y “The Incredibles 2” miran hacia afuera, hacia la expansión, la creación de nuevos personajes y la posibilidad de mover a su audiencia a espacios que no exploramos en la primera entrega. Por su lado, la naturaleza de “Inside Out” no necesariamente le permitía seguir la misma fórmula.

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Sabemos que Pixar, y por tanto los creadores que cuentan historias a través de las animaciones de este estudio, llevan a todas sus películas un doble sentido tácito. Razón por la cual se ha popularizado en los últimos 15 años la frase, “las películas de Pixar no son para niños”. Es aquella doble vida lo que les permite trascender en más de una audiencia, llenar los cines y apelar a las emociones de tanto niños como adultos. De la boca para afuera es muy fácil de explicar, pero no es tan fácil de recrear cuando debemos de tomar en consideración todos los demás aspectos de la historia fantástica que queremos contar.

La naturaleza de “Inside Out” es de introspección, combinar la comedia y las ocurrencias con un conocimiento profundo de las emociones básicas que controlan nuestro cuerpo a una temprana edad mientras conocemos a Riley. Es por esto que la idea de una segunda parte no mira hacia afuera como las demás secuelas de Pixar, sino todo lo contrario, lleva a los creadores a una introspección aun más profunda para identificar las emociones que resaltan en la próxima gran transición de los seres humanos, la adolescencia.

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Es aquí donde entra la genialidad de “Inside Out 2”, pues una vez sus escritores pudieron ponerle nombre y apellido a las emociones nuevas, crearon situaciones y ocurrencias que, junto con la atención al detalle, logran llevarnos de la mano con cada uno de los personajes que, beneficiosamente, llevan de nombre las propias emociones que quieren evocar en nosotros. “Inside Out 2” deja de ser sobre Riley y se convierte en el desarrollo de sus propias emociones, en Alegría vemos Miedo, Tristeza y Ansiedad, en  Tristeza vemos Vergüenza y Coraje, como si cada una de las emociones y personajes tengan sus propias emociones dentro, en un ciclo interminable.

La película camina en terreno árido al tocar el tema de la adolescencia, pero logra no caer en los caminos de la controversia que esta etapa del ser humano puede causar en los ojos de la audiencia del 2024, dónde una sola actitud, pensamiento o identificación puede ser confundida por “una agenda”. Y creo que este termina siendo uno de los grandes puntos a favor para llevar la película a donde se encuentra hoy en día, en camino a convertirse en una de las películas animadas más taquilleras de la historia.

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La vi en inglés, y debo admitir que el elenco de voces hace un trabajo excepcional para adherirse a sus personajes. La comedia por momentos se siente infantil, cosa que es difícil puntualizar en una película “para niños”, y aunque su naturaleza no le permitiera mirar hacia afuera para su conceptualización, sino hacia adentro, creando que la película contara con una estructura muy similar a su predecesora sufriendo de ser predecible, hay que admitir que cuando llegan los créditos nos ha tocado cada fibra que pretendía tocar. El que no de su lloraíta con esto ni se sienta identificado con su nostalgia infantil, no tiene alma.

Calificación personal: 8/10.