Nuestras acciones van completamente de la mano con nuestras creencias. Todo, absolutamente todo lo que hacemos se encuentra respaldado por algo que lo detonó. Lo apasionante de “Killer Inside: The Mind of Aaron Hernández” es que su verdadera historia no es lo que pasó, sino ¿por qué? Por momentos sus creadores hasta manipulan a la audiencia hacia diferentes verdades, o diferentes mentiras, para intentar mostrar distintas caras de la moneda. Después de todo, no hay buenos documentales que experimenten solo un lado de la historia.
Siempre lo digo y no me cansaré de decirlo, Netflix ha subido la barra para con los documentales y/o series documentales de crimen. Es como si han encontrado el puente entre calidad/contenido en este género, pues se han tomado el atrevimiento de contar historias que, o no conocíamos en lo absoluto, o solo conocíamos una pequeña parte. Todo cambia cuando te aumentan el espectro.
Esta serie documental levanta preguntas importantísimas sobre el mundo del futbol y el deporte en general, desde la sexualidad de los jugadores y como dentro de esta burbuja esto sigue siendo un tabú, hasta los niveles de protección de las universidades para con sus jugadores. Pero aún más importante, el tema médico sobre las conmociones cerebrales de la mayoría de los jugadores de futbol americano. Es con mucha audacia que esta serie documental intenta apoyar la teoría de cómo fuentes externas fueron responsables, o no, de lo que ocurrió con Aaron Hernández.
La verdad es que no hubo una sola razón, una combinación de elementos llevaron a este joven a convertirse en quien hoy es, y a lanzar por la borda sus posibilidades de éxito. Todo lo anterior sobre figuras externas, combinado con la crianza de Hernández, la figura de su padre, lo que representaba su madre, y las distintas partidas de estos dos seres queridos fueron detonantes que iban en completa contradicción con lo que representaba Hernández para su comunidad. Es como si tu verdadero yo se viera preso por lo que tienes que mostrarle al mundo.
El documental se vuelve apasionante por una sola razón, su ritmo y su perfecta sincronización con lo que nos mostraba y la información que nos daba. De un capítulo a otro, tu percepción cambiaba por completo sobre la posición de este jugador, rabia por su farsa de mafioso, hasta pena por los temas personales que tocaban sus puertas. Esta es la historia perfecta de decepción, siempre bajo el argumento de que nada, NADA, justifica las acciones de Aaron Hernández.
Calificación personal: 8/10.