Dirigida por Ildikó Enyedi y protagonizada por Alexandra Borbély y Géza Morcsányi. Nominada al Oscar de Mejor Película Extranjera por Hungría. Extraña situación la que experimenté al ver esta película por su fuerte caracterización y empeño en romper con los estándares de lo que es una historia de amor o conexión humana.
Este aspecto se puede ver reflejado desde que analizamos la ubicación de la película, un matadero de animales, extremadamente inusual. Por lo que con esto paso a decir los tres puntos específicos que encontré a favor del filme. Primero sus actuaciones, extremadamente reales aunque inusuales presentándonos personajes distantes que de alguna forma transmiten aquella confusión y muy resaltada conexión emocional.
Segundo, la originalidad de su premisa, porque aunque siento que la historia realmente no tenía un hilo conductor lo suficientemente interesante como para mantener viva la curiosidad, aquella premisa que se desarrolla realmente es algo que despierta ese foco de “creo que nunca he visto algo así antes”. Tercero y más importante, la delicadeza de lo técnico, con una presentación de planos divina, un uso del silencio abrumador y aquella frialdad en la puesta en escena, definitivamente este aspecto es lo mejor del filme.
De todos modos, aun teniendo buenas actuaciones, no se siente ese afecto entre los personajes, la frialdad parece haber englobado todo desde las relaciones hasta la historia, volviendolo, a mi parecer, aburrido. La película muestra muchos sub-dramas que terminan teniendo ningún sentido en cuanto a la narrativa y solo existen para presentar distintos perfiles en los personajes, hasta el punto que debilitan la fantasía que viven los personajes principales. El filme toma un giro en el tercer acto que sirve como clímax y cierre, este doble uso no me funciona pero entiendo que sí le dio un pequeño sabor dulce a lo que hasta el momento era un trago amargo.
Calificación personal: 6/10.