Hay historias en las que se siente la inevitable razón de que los personajes tienen absolutamente todo resuelto, en las que el dinero, el poder, el trabajo, y todas esas verdaderas preocupaciones que nos arropan como seres humanos pasan a un segundo plano, y la historia se ata a elementos muy banales de nuestra realidad. Un director muy querido mío se ha destacado en este tipo de historias, Woody Allen.
Y es que precisamente la razón por las que nos gustan, a parte de aquel entrañable sentimiento de lo “feel good” o de ver algo para pasar el rato, es un guion repleto de conversaciones que se balancean entre graciosas y/o existenciales. Lo que termina siendo un cuchillo de doble filo que logrará que tu película se destaque, o pase a ser una más del montón.
En el caso de “On the Rocks” ocurre algo muy específico, y es que la técnica de Sofia Coppola como directora permite que la película tenga elementos visuales extremadamente buenos, desde sus interiores de clase media/alta en Nueva York, hasta capturar las calles de aquella ciudad que nunca duerme que tantas cámaras ha visto. Visualmente la película está tan bien que da la primera impresión de que su historia te puede sorprender.
Bill Murray es un ícono, utilizarlo en comedia es un acierto seguro, y su combinación con Rashida Jones logra ser lo mejor de la cinta. Jones me encanta también, con su actuación logra que la juventud se vea a destellos, como un recuerdo lejano que no quiere olvidarse. Se mantiene siendo su peor enemiga, cómo recordándonos el mal de las suposiciones y el daño que nos hacemos a nosotros mismos en los pasillos de la asunción.
Al final no pude identificar si la película quería ser pretenciosa o no, es una comedia que inicia bien pero va como desarmando su historia por sí sola. El gran valor visual, el espectacular jazz de Chet Baker y las actuaciones fueron el truco para mí, que aunque me importaba muy poco lo que ocurriera y todo se sentía tan predecible, me encontraba enamorado de la estética. Como si siempre quisiera hacer una película así, rondando las calles de Nueva York con personajes que realmente no tienen una preocupación real.
Sofia Coppola hecha un paso atrás con esta después de “The Beguiled”, pero no quita que sea una experiencia simple, disfrutable, hermosamente puesta y buena para un día lluvioso donde quieres escapar de las cosas que sí te atormentan. Me gustaría ver a Coppola en un buen guion escrito por un tercero, donde su foco principal se encuentre en contar la historia de manera visual.
Calificación personal: 7/10.