Dirigida por Hirokazu Koreeda y con un elenco inigualable, la ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes es una exquisita obra donde resalta el inmenso conflicto entre la simpleza de su narrativa y el pesado trasfondo que esta conlleva. Haciendo un énfasis importante en la delicada dirección y atención al detalle de Koreeda.
Ubicada en una ciudad de Japón, el filme nos muestra el día a día de una familia de bajos recursos y todo lo que hacen y deshacen para sobrevivir. En el camino, descubrimos verdades sobre la realidad y el pasado que los define. En mi opinión, la genialidad de “Shoplifters” recae en la falta de conflicto de su historia. La película nos muestra una pantalla de que todo está bien y todo saldrá bien, cuando como audiencia y sólo como audiencia, sabes que no, que verdaderamente todo está mal.
El director utiliza a los niños para mostrarnos una perspectiva más humana y libre de suposiciones. Desde la presentación de planos hasta darnos cucharaditas de verdad sobre la historia, de alguna forma Koreeda juega un paralelismo viviendo entre la relación padres/hijos de la película y director/audiencia. Todo lo vivimos y lo vemos desde el punto de vista de los más pequeños, hasta su impactante final rompecorazones.
“Shoplifters” es una mirada de cerca y sin tapujos a una cultura japonesa desapegada y alejada de lo humano. “Shoplifters” es una historia de amor y de familia. “Shoplifters” nos muestra un crimen y una verdad. “Shoplifters” es la vida misma sin arroparse en un manto de moralidad. “Shoplifters” es la mejor película que he visto este año y hasta ahora mi candidata al Oscar de Mejor Película Extranjera.
Calificación personal: 9/10.