Dirigida por Ron Howard y protagonizada por Alden Ehrenreich, Emilia Clarke, Woody Harrelson y Donald Glover. La historia de un joven Han Solo que intenta hacer una entrada forzosa en el universo canónico de Star Wars. Definitivamente la película más arriesgada que Lucasfilm ha realizado, y el foco de este riesgo recae totalmente en que vemos nuevas caras interpretando personajes icónicos del cine, y juegan con el origen de uno de los personajes más queridos de la saga.
Como gran fanático de esta galaxia muy muy lejana, puedo decir que el Han Solo de Alden Ehrenreich logró crear esa sensación de emoción en mí, logró darme ese contrabandista que disparó primero. Y me demostró que sus principales problemas no recaían en él, sino en sus alrededores. La película es un completo homenaje, no al universo, pero a los personajes.
Donald Glover nos muestra un adictivo papel de Lando Calrissian, que nos deja ansiosos por más. Los inicios de la relación entre Han y Chewie son excepcionales, y los personajes de Harrelson y Paul Bettany son adiciones geniales a Star Wars. Por otro lado, la historia del pasado de Han pudo ser mejor tratada, el principio de la película se siente como una carrera para llegar al good-stuff, personajes vienen y personajes van y aunque sientes ese intrigante sentimiento de que lo genial de Star Wars es que es raro y un poco estúpido, no te da tiempo de conectar con nada de lo que pasa en la primera hora, por mas imponente que se vea, la narrativa se queda de lado.
Así como nunca pude entenderle el sentido, ni aunar ese indistinto papel de Emilia Clarke. Con este bajón en la historia, al filme no le queda mucho más que ser totalmente predecible. Aun con estos puntos positivos, y totalmente parcializado por mi fanatismo, Solo se siente parte de Star Wars, tiene un feeling de mafia que le va como anillo al dedo, te recuerda la locura que es este universo y te deja con un final insidioso para el futuro de estas precuelas. Dejándome un buen sabor al terminar de verla.
Calificación personal: 7/10.