Cada vez siento más lejano aquel mundo ideal en el que las historias nos dan respuestas, en el que un vacío puede ser ocupado por lo que una vez fueron nuestras expectativas. Pero realmente me doy cuenta que más allá de la empatía y la autoidentificación, una buena historia nos sumerge en la duda. Con “Sound of Metal” fue muy específica y la recordaba en casi todos los momentos de la película: ¿Cuántos de nosotros podemos verdaderamente estar solos con nosotros mismos?
Y aquella reflexión disfrazada de soledad que para muchos ha sido forzada por la situación actual que vivimos, pero para otros ha sido obligatoria, como el caso del protagonista de esta película y las millones de personas que pasan por situaciones similares, se puede sentir depresiva y totalmente en contra de lo que una vez pensabas que te merecías.
La realidad es que en aquella combinación de quienes somos con nuestras creencias está la posibilidad de ver todo con diferentes ojos, de tratar la esperanza como algo alcanzable, incluso en momentos de desesperación. “Sound of Metal” disfraza su humanidad detrás de lo que puede parecer una historia predecible, camina sobre vidrios rotos para presentarnos una persona que se puede sentir muy lejana pero que quizás esté tan cerca como el espejo de tu cuarto.
Riz Ahmed no solo muestra a la perfección aquella común combinación entre la exasperación y la ilusión en aquel fantasioso espectro en el que todo tiene solución práctica, sino que en su actuación logra caminar terreno arenoso en el que por momentos su personaje se siente a gusto con su situación. Dándole la razón a su figura de mentor cuando una vez dice que el problema real está en la mente, no en los oídos.
La película no es pretenciosa, incluye tantos esfuerzos en aquel espectacular diseño de sonido que se permite darle el protagonismo. Es un extraordinario debut, al ser la primera película de ficción de su escritor y director Darius Marder. Explora la intimidad de una situación por la que viven millones de personas y me sorprendió al enfocarse más en lo humano que en la acción.
Al final la película deja de ser por completo sobre un músico que pierde el sentido de la escucha y se convierte en una historia sobre un ser humano resguardado que se reencuentra consigo mismo. Que combate todos los obstáculos para estrellarse cara a cara con la cruda realidad de sus expectativas y que descubre las consecuencias de sus decisiones. Todo en la base de una pregunta que siempre me hago y siempre quiero poder responder que sí, ¿puedo estar solo conmigo mismo?
Calificación personal: 8/10.