Escrita y dirigida por Lynne Ramsay y protagonizada por Joaquin Phoenix. Lo que parece ser una oda al cine de detectives, prefiere irse por un camino más personal y termina siendo una íntima vista a la perturbadora vida de nuestro personaje principal. Con una sinopsis que cae en lo repetitivo, Ramsay nos brinda algo nuevo por enfocarse al 100% en como lo que ocurre afecta a su protagonista, más que en lo que, a ojos de la audiencia, puede ser atractivo.
Los guiones, literario y técnico, de “You Were Never Really Here” parecen un poema que se desarrolla por completo a sombras de su título. La película se comporta en un vaivén entre hechos, recuerdos y sueños, desconcertando a su audiencia sobre qué realmente está ocurriendo, que está en la mente del personaje y qué es un recuerdo. Sus tramas pasados afectan por completo sus acciones del presente mientras vemos un filme en el que su protagonista nunca duerme.
Guardándose mucho para sí misma, todo lo previamente mencionado no queda aclarado, quedando al discernir del espectador si cree o no lo que va pasando. Basada en Nueva York, Ramsay se inspira mucho en los directores que han convertido la propia ciudad en parte de su marca personal como lo es Martin Scorsese. Desde la puesta en escena hasta la presentación de planos, las calles, la noche, los carros y las luces son todos presentados desde un punto de vista cercano y detallado.
El filme está realizado con una delicadeza atenta al detalle, su música y sonido son envolventes y en su corto metraje logran seducirte. El único problema que encontré se basa en la ambigüedad del poema del que antes les hablaba. En el afán de no caer en lo repetitivo y en no contar una historia que ya hemos visto, Ramsay le quita importancia a eventos climáticos de la película. Nos quedamos esperando la catarsis de un personaje que empieza y termina, psicológicamente, en el mismo lugar, solo con al rededores distintos. Joaquin Phoenix está espectacular.
Calificación personal: 7/10.