Coquetear con el terror siempre le ha caído como anillo al dedo a los thrillers. A fin de cuentas hay una línea muy fina entre lo que nos parece desconcertante, y lo que puede convertirse en plenamente desagradable. Desde su estreno en 2014 con aquella majestuosa primera temporada, el trayecto de “True Detective” ha sido turbulento, inconsistente y al borde de la cancelación, como si la historia detrás de cámaras perteneciera a los mismos misterios que cuenta la serie, pero si algo hay que admitir es que han logrado traer algo distinto en cada temporada.
Considerada por muchos la mejor temporada de la televisión, la primera entrega de “True Detective’ brilló por su uso del tiempo, revelaciones traídas en momentos precisos y aquella, aún nueva para el momento, decisión de traspasar actores del cine a la pantalla pequeña. Desde entonces, es innegable que cada entrega de la serie ha intentado emular de alguna u otra forma las decisiones creativas que llevaron a aquella primera temporada al éxito. La realidad es que la serie toma y deja de los triunfos del género, mientras intenta forjar su propio camino.
Para la cuarta temporada, HBO decidió embarcarse en una historia creada por la escritora/directora mexicana Issa López. Que prometía darle un giro de 180 grados a lo realizado anteriormente en la serie, mientras se pasaba por los cimientos de una historia de investigación. En su núcleo, “True Detective” siempre ha sido sobre el trayecto de la resolución de un crimen, o varios, pero son sus otros elementos los que le han permitido destacarse. Su trato de los personajes, su coqueteo con otros géneros y sus revelaciones.
La cuarta temporada no es la excepción, aunque sí puede sentirse como la más arriesgada. Por primera vez, la serie utiliza su contexto social y geográfico para constreñir a los personajes y establecer reglas narrativas. El ambiente hostil de Alaska en la larga noche, se presenta como la primera, y más fascinante decisión creativa que ha tomado la serie desde su primera temporada, porque nos ata a un entorno al cual no estamos acostumbrados y que resulta exitoso en posicionarse en la orilla entre lo polémico y lo aterrador.
Aprovechándose de estas nuevas circunstancias narrativas, Issa López decide mezclar por completo dos géneros, el thriller policíaco y el horror folklórico. Jugar con la audiencia sobre la posibilidad fáctica de lo que estamos viendo en pantalla resulta ser uno de los elementos más seductores de esta temporada, aquella constante duda de si lo que ocurre es humano o sobrenatural, conociendo que la satisfacción final únicamente vendría de una explicación fáctica de todo lo que ha estado ocurriendo.
La temporada presenta su entorno como un personaje, con una cantidad, para muchos exagerada pero para mí perfecta, de establishing shots. Que logran posicionarnos en la hostilidad de su ambiente y por lo tanto darle sentido a las decisiones, muchas veces desesperadas, de los personajes. Personajes en cuyos hombros, miradas y conversaciones recae absolutamente todo el drama de lo ocurrido durante la serie, y en el pasado. Personajes que son un resultado tal cual de sus actores.
Por primera vez en la historia de “True Detective”, un dúo femenino toma el mando, y qué gran combinación fue lograda entre la siempre brutal Jodie Foster (en un fino call-back a su icónico papel de “The Silence of the Lambs”), pero totalmente distinto en el fondo. Y quien se llevó toda mi atención cada vez que estaba en pantalla, la alucinante Kali Reis. Aquella dupla ocupa mucho de la emulación de aquella relación entre Matthew McConaughey y Woody Harrelson en la primera temporada, pero es la humanización y conexión con el contexto social y geográfico de los personajes lo que logra una interpretación genial.
No es perfecta, por momentos su uso del horror puede llegar a desconcertar y sentirse forzado para el contexto de la historia, pero son esos momentos de oscuridad y folklore lo que hacen que esta temporada resalte entre las demás de “True Detective”. Es aquella búsqueda de identidad dentro de la calcomanía de la fórmula que permite que esta historia de Issa López cayera como anillo al dedo en la propia búsqueda de identidad de la serie. No me sorprende que hayan escogido a López para la quinta temporada por igual.
Calificación personal: 8/10.