ATHENA (2022) – RESEÑA

Athena

Quien no conoce su historia, está condenado a repetirla. Frase célebre que intenta resumir muchas cosas sobre cómo funciona el ser humano, cómo funciona nuestro comportamiento, nuestros patrones y nuestros conflictos. De hecho, somos tan repetitivos que muchos académicos piensan que en el arte de contar historias, inspirado en nuestras propias vivencias, a penas existen siete variantes, y que todas las experiencias de un ser humano pueden estar resumidas en una historia que parte de una de esas siete variantes. 

Con esto voy a que al final, o en inicio, todo empieza en la complejidad de nuestras relaciones, el desarrollo de nuestra familia y como quienes somos se desenvuelve en las circunstancias que nos rodean. No era conocedor del trabajo del director francés Romain Gavras, “Athena” es la primera película que veo de él, y quizás primer trabajo pues es conocido por videos musicales y comerciales. 

La película es impresionante, de aquellas que te dejan perplejo desde su magnífica escena inicial de 10 minutos secuenciales. A partir de ahí la técnica solo se pone mejor y más loca, para darnos una experiencia visual que sacará de sus casillas a todo el que se pregunte “¿cómo carajos filmaron esto?” 

Pero esa tensión y asombro vienen de la par de las intensiones iniciales de su director, de traer una tragedia a la pantalla, inspirada en cuentos que vienen ocurriendo desde hace miles de años, pero en un contexto más actual ahora en 2023 que incluso el año pasado cuando estrenó la película. De aquellas con las que uno sueña hacer algún día. Simplemente espectacular.

Calificación personal: 9/10.