THE FABELMANS (2022) – RESEÑA

The Fabelmans

Nuestra vida cambia cuando nos damos cuenta de que no vivimos por lo que amamos, sino por lo que somos apasionados. El amor es fluctuante, viene acompañado de una inmensidad de emociones, pues cuando amamos también sufrimos, nos conmovemos, nos cegamos, y hasta nos auto-infringimos daño. Pero la pasión no fluctúa, no cambia, el trabajo viene antes, para encontrarla. Steven Spielberg no evita ser un hombre de espectáculo incluso para su película semi-biográfica, pues antes de todo, ese espectáculo fue quien lo hizo ser Spielberg.

Metacine, o más bien como me gusta llamarlo del 2018 para acá, “El efecto ROMA”. Pues no puedo dejar de enlazar el éxito de Alfonso Cuarón con su semi-biopic de infancia, con la nueva ola de inmensos directores mirando hacia atrás y dándose cuenta de la delicadeza detrás del “escribe sobre lo que conoces”. Mostrándose semi-desnudos frente a una cámara que ya no intenta sorprendernos sino más bien comprender qué los hizo ser quienes hoy son. Inevitablemente creando un vínculo inquebrantable entre la familia y la pasión.

The Fabelmans 2

Te partirán en dos, dice “The Fabelmans”, el arte y la familia, enemigos mortales en la etapa inicial de toda expresión artística, o al menos en la mayoría de los casos. Spielberg claramente nos muestra que él no fue la excepción, pero sí conoce que dentro de su fantasía, existían momentos en los que había otras cosas más importantes. En retrospectiva se siente como la realización de conflicto, pero en su momento es más cómo el mundo se va cayendo a pedazos entre tus sueños de querer hacer arte.

La película cubre principalmente dos etapas, y aunque su primer acto es superior a sus consiguientes por la manera en cómo vemos una pasión impregnarse en los ojos de un niño, sí es exitosa con las auto-referencias. Poco a poco Spielberg muestra los momentos que de alguna forma inspiran a muchos momentos de su icónico cine. Desde el propio acto de ver cine, hasta las vivencias con sus amistades, la relación de sus padres, la traición, el racismo, y la hermosa sensación de cautivar a las personas con una historia.

The Fabelmans 3

Michelle Williams y Paul Dano están impresionantes en dos papeles primordiales, sus figuras inician perfectas, como son los padres a los ojos de un niño, y terminan completamente masticadas mientras nosotros como audiencia vamos descubriendo las imperfecciones que sus propios hijos van notando. Como si fuera una charla TED impartida por el propio Spielberg, la película es un recordatorio enorme de hacer lo que el corazón nos pide. Desde el monólogo de Judd Hirsch homenajeando a Cinema Paradiso, hasta las últimas conversaciones con sus padres.

Acercándonos a su tercer acto, la película toma giros ligeramente caricaturescos en la vida fuera de la familia de su protagonista, hemos visto suficiente drama colegial en el cine estadounidense como para que Spielberg le dedique tiempo. Y no pude evitar sentir que la misma forma del director querer hacer un espectáculo para toda la familia, hizo que se mantuviera un velo entre nosotros como audiencia y la verdadera cara de Steven Spielberg en los ojos de Sam Fabelman. Como si aun existiera un miedo de abrirse por completo.

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De todos modos es una película imprescindible para los amantes del cine, para los creadores, artistas y familiares que persisten en llamar “hobby” a la creación del único elemento que hace al ser humano querer seguir vivo, el arte. Mueve fibras importantes en darnos cuenta que quienes están a nuestro al rededor nunca fueron ni nunca serán perfectos, sino todo lo contrario, repletos de imperfecciones que muchas veces pasan a ser nuestras también. La nostalgia siempre será uno de los mejores elementos para contar una historia.

Calificación personal: 8/10.